Apio (Apium graveolens)
NOMBRE COMÚN O VULGAR.
Apio (español); Celery (ingles); Sellerie (alemán); Celeri
(Francés); Apio (portugués).
FAMILIA
Apiáceas.
ORIGEN
Planta procedente de la zona mediterránea del sur de
Europa y Norte de África, existiendo otros centros secundarios en el Cáucaso y
la zona del Himalaya. Se conocía en el antiguo Egipto. Su uso como hortaliza se
desarrolló en la Edad Media y actualmente se consume en Europa y América del
Norte.
DESCRIPCIÓN BOTÁNICA.
El apio pertenece a la familia Apiaceae (Apiáceas). Se
distinguen dos variedades botánicas: Apium graveolens, var. Dulce y Apium
graveolens var rapaceum. Esta última variedad se denomina apio-nabo.
Tiene raíz pivotante, potente y profunda, con raíces
secundarias superficiales.
Del cuello a la raíz brotan tallos herbáceos que alcanzan
de 30 a 80 cm de altura.
Las hojas son grandes y brotan en forma de corona. El
pecíolo de las hojas es una penca muy gruesa y carnosa que se prolonga en gran
parte del limbo. En el segundo año de crecimiento emite el tallo floral sobre
el que ubican unas flores de color blanco o morado.
El fruto es tipo aquenio, muy característico de las
umbelíferas.
La semilla mantiene su capacidad germinativa durante un
promedio de unos cinco años. En un gramo de semillas existen, aproximadamente,
unas 2.500 semillas individuales.
USOS Y BENEFICIOS DEL APIO.
El apio nabo se utiliza en cocina. Aunque este vegetal no
es muy popular en España, donde el apio se cultiva con facilidad, su cultivo y
uso aumenta en el centro y el norte de Europa, donde el apio se adapta más
difícilmente, gozando en algunos países centroeuropeos de gran categoría
culinaria. La raíz del apio nabo se puede utilizar cruda o cocida. La
superficie exterior suele pelarse antes de su uso por ser demasiado dura. La
carne del apio nabo es dura y compacta y de color hueso. El apio nabo tiene un
suave sabor a apio, y a menudo se utiliza como aromatizante en sopas y guisos,
aunque cada vez se utiliza más por sí solo, por lo general en puré, o en
guisos, gratinados y platos al horno. A diferencia de otros vegetales de raíz,
que almacenan gran cantidad de almidón, la raíz de apio tiene sólo 5.6% de
almidón.
El bulbo contiene contiene, además del aceite etéreo, almidón, azucares, colina, tirosina, glutamina, asparragina y vitaminas B1 y B2 que son necesarias para la función nerviosa y muscular. Por sus
componentes, el jugo de apio restituye al cuerpo después de jornadas de ejercicio intenso o fiebres.
ECOLOGÍA
Clima
Es un cultivo de clima templado que al aire libre no
soporta temperaturas excesivamente bajas.
Necesita luminosidad para su crecimiento.
Suelo.
El apio no es muy exigente en suelos, si bien no tolera
bien los suelos que se encharcan con facilidad o que tienen una humedad
excesiva. Los suelos franco-arenosos y frescos son los suelos más adecuados.
Es tolerante a la acidez del suelo.
TÉCNICAS DE CULTIVO.
Labores preparatorias.
Es necesario realizar una labor de desfonde profunda, de
30-40 cm y se recomienda la aportación de 15 a 20 t/Ha de estiércol bien
fermentado. Después de la labor anterior se utiliza una acaballonadora para
dejar en el terreno unos surcos de unos 50 cm de anchura y caballones de igual
medida. Es muy recomendable realizar una labor de cultivador y después otra de
fresadora para dejar la capa superficial bien mullida antes de la labor de
acaballonadora, aunque eso dependerá del suelo.
El transplante se puede hacer sobre pequeños surcos de 15 cm
de profundidad.
Si la parcela ha tenido cultivos con recolección mecanizada
se recomienda realizar un pase de subsolador y romper la posible suela de labor
que pueda existir en el suelo.
Abonado.
Para obtener una buena producción y de buena calidad, es muy
recomendable el aporte de estiércol en las cantidades mencionadas
anteriormente.
En el caso de cultivo de apio en invernadero, normalmente se
utiliza como cultivo de relleno en la época invernal, por lo que no se
recomienda el aporte de estiércol si ya se estercoló el cultivo precedente,
aunque si el siguiente cultivo lo precisase es posible aplicar hasta 30 t/Ha.
Si no se realiza aportación de estiércol es muy conveniente aumentar el abonado
nitrogenado y potásico, especialmente si se trata de suelos ligeros (arenosos y
franco-arenosos).
En el último mes de desarrollo, previamente a la
recolección, el nitrógeno debe estar disponible en cantidad suficiente en el
suelo. Por otra parte, el apio es una planta muy sensible al déficit de boro,
azufre y magnesio.
En el abonado de fondo se puede aportar, a título
orientativo, alrededor de 500 kg/Ha de abono complejo 8-15-15 y 150 kg/Ha de
sulfato de potasio. Si los resultados del análisis de suelo muestran bajos
niveles de boro y/o magnesio, estos microelementos se pueden aportar a razón de
20 Kg/Ha de producto a base de boro y 100-150 Kg/Ha de sulfato de magnesio. Se
recomienda, además, aportar unos 50 kg/Ha de azufre debido a elevada
sensibilidad del cultivo a la carencia de este elemento.
Si se realiza riego por inundación se debe aplicar unos 300
kg/Ha de nitrato amónico en cobertera en dos o tres veces, con la última
aportación un mes antes de la recolección.
Se obtienen buenos resultados con abono foliar aplicado una
vez por semana para los aportes de boro, magnesio y calcio en suelos pobres en
estos microelementos.
Si se opta por una aplicación de riego por fertirrigación se
recomienda aportar microelementos en cada riego y la programación debe llevarse
a cabo del modo siguiente:
-
Aplicar un abonado de fondo de 250 kg/ha de
abono complejo 8-15-15, enterrado en el suelo.
-
Tras la plantación, regar diariamente durante
una semana sin aportes de abono.
-
En las dos semanas siguientes, se riega tres
veces por semana, aportando en cada riego:
o
2 Kg/Ha de Nitrógeno.
o
1 Kg/Ha de anhídrido fosfórico (P2O5)
o
2 kg/Ha de óxido de potasa (K2O)
-
Durante el mes siguiente, regar tres veces por
semana, aportando en cada riego:
o
3 Kg/Ha de Nitrógeno.
o
1,5 Kg/Ha de anhídrido fosfórico (P2O5)
o
2 Kg/Ha de óxido de potasa (K2O)
-
Al siguiente mes, regar tres veces por semana,
aportando:
o
4 Kg/Ha de Nitrógeno.
o
1 kg/Ha de anhídrido fosfórico (P2O5)
o
3 kg/Ha de óxido de potasa (K2O)
-
Al siguiente mes, regar tres veces por semana,
aportando:
o
4 Kg/Ha de Nitrógeno.
o
2 kg/Ha de óxido de potasa (K2O)
En el caso de las variedades amarillas, el abonado puede ser
insuficiente y para completar el desarrollo de la planta y darle un porte más
erecto se aplican giberelinas en una concentración de 20 ppm. La aplicación de
giberelinas debe hacerse cuando la planta presente entre 50 y 60 cm de altura,
no se encuentre inducida a flor y con una aportación adicional de fertilizante
foliar con un relación de 200 g/100 l de agua, por ejemplo.
Siembra o plantación.
Existen dos épocas de siembra en función de los dos ciclos
productivos (invierno y primavera). Las siembras para la campaña de invierno se
realizan desde primeros de julio a finales de agosto en el hemisferio norte y
desde primeros de enero a finales de febrero en el hemisferio sur, efectuando
los trasplantes desde últimos de agosto hasta final de octubre en el hemisferio
norte y desde finales de febrero a finales de abril en el hemisferio sur.
El trasplante en primavera obliga a una siembra en
semillero durante las primeras semanas de noviembre, teniendo lugar los
trasplantes durante los meses de enero y febrero en el hemisferio norte y
durante los meses de julio y agosto en el hemisferio sur.
Cuando la plántula alcanza los 15 cm de altura y ha
desarrollado 3 o 4 hojas verdaderas, con una longitud de pecíolo de unos 10 cm
y de limbo de hoja de 4 a 5 cm, está lista para el trasplante, siempre que
tenga un adecuado crecimiento radical. Si la plántula alcanza un desarrollo
excesivo de la parte aérea en las primeras fases de semillero, hay que
practicar una poda a unos 10 o 12 cm de altura, para evitar descompensaciones
en la planta entre la parte aérea y subterránea.
Operaciones de cultivo.
Binas y aporcados
Cuando se inicia el crecimiento vegetativo no conviene que
el “corazón” de la planta se recubra con tierra, ya que se puede producir una
parada vegetativa del crecimiento. Por esta razón, cuando se den al cultivo las
labores de bina que sean necesarias, se evitará que caiga tierra en el centro
de la planta; también en este estado de crecimiento no se harán labores de
recalzar las plantas.
En cambio, cuando el cultivo esté en pleno desarrollo, es
conveniente aporcar las plantas; con esta operación se aumenta la longitud de
las pencas.
Escardas
El apio no admite competencia con las malas hierbas al
principio de su crecimiento, ya que su desarrollo es lento. El suelo debe
mantenerse limpio de malas hierbas en esta primera fase con labores de escarda.
En trasplantes realizados en épocas calurosas se recomienda
dejar las malas hierbas sin tratar al principio del ciclo para que actúen a
modo de sombreado y reduzcan la subida de temperatura del suelo.
Riego
Cuando está en las primeras fases de su desarrollo, el
riego debe ser abundante y regular, ya que la plántula debe tener un
crecimiento continuo. En todo su ciclo, este cultivo sufre estrés si hay
escasez de agua en el suelo.
Se puede regar por inundación, por aspersión o por goteo.
El riego por aspersión es la alternativa más recomendable porque mejora la
humedad relativa alrededor del cultivo.
Es un cultivo exigente en agua de buena calidad. Si la
conductividad eléctrica del agua de riego es elevada se frena el desarrollo
vegetativo, provoca aperturas de la planta y favorece los problemas de
"corazón negro", debido a una deficiente asimilación de calcio.
En el ciclo otoñal-invernal, en riego por goteo se emplean
unos 7.000 m3 de agua por hectárea.
En el ciclo primaveral, se utilizan aproximadamente de
3.500 a 4.500 m3/ha. En este ciclo es necesario el uso de cubiertas flotantes
para evitar la inducción floral, acortándose el ciclo en unos 10-15 días si se
emplea además acolchado negro debajo de la cubierta.
PLAGAS.
Mosca de la zanahoria (Psylla rosae (Fab))
El adulto mide 4,5 mm y presenta cabeza parda y abdomen
alargado y negro. La larva es de color blanco amarillento brillante, de 7-8 ms.
de longitud y ápoda. Inverna en el suelo en estado pupario, haciendo su
aparición en primavera.
-Biología: ovopositan en el suelo u otros cultivos
(zanahoria, etc.). A los diez-doce días, salen las larvas que penetran en el
interior de la raíz del apio, excavando una galería descendente que llega hasta
casi el final de la raíz. Transcurrido un mes, se transforman en ninfas. Los
adultos hacen su aparición a mediados o finales de julio (hemisferio norte) o
enero (hemisferio sur) para después convertirse en ninfas.
-Daños: las larvas
penetran en la raíz, donde practican
galerías sinuosas, sobre todo en la parte exterior, que posteriormente serán
origen de pudriciones, si las condiciones son favorables se produce una pérdida
del valor comercial.
Mosca del apio (Phylophylla heraclei L.)
Esta segunda especie se diferencia de la anterior en que
la hembra pone sus huevos en las hojas de los apios y también en otras
apiáceas.
-Biología: las larvas excavan galerías en el interior de
las hojas, entre la epidermis, con lo que pueden secarse los tejidos. Tienen
dos generaciones: en primavera y a finales de verano.
-Daños: en primavera los daños pueden ser más graves en
las plantaciones jóvenes. En otoño, los apios ya están suficientemente
desarrollados para que las larvas diseminadas ocasionen estragos.
Pulgones (Aphis spp., Myzus persicae)
Además del daño directo que ocasionan, los pulgones son
vectores de enfermedades viróticas, por tanto son doblemente peligrosos.
-Daños: los pulgones se alimentan picando la epidermis,
por lo que producen fuertes abarquillamientos en las hojas que toman un color
amarillento.
Gusanos grises (Agrotis sp.)
-Daños: las orugas, de color grisáceo y en muchas
ocasiones enrolladas, devoran las partes aéreas de las plantas durante la
noche, en tanto que permanecen en suelo o bajo las hojas secas durante el día.
Cuando las plantas están recién trasplantadas destrozan el cuello de la raíz.
Su mayor incidencia en este cultivo tiene lugar en el mes
de abril (hemisferio norte) u Octubre (hemisferio sur).
Nemátodos (Dytilenchus dipsaci Kuehm.)
Los apios muestran un tamaño más pequeño de lo normal,
hojas amarillentas y algo deformadas y, si se extraen las plantas del suelo,
pueden observarse abultamientos radiculares.
ENFERMEDADES.
Mildiu del apio (Plasmopara nivea Schr.)
-Daños:
produce amarilleos y desecación de las hojas, pudiendo originar la destrucción
total de las plantas jóvenes.
Mancha foliar o tizón (Cercospora apii Fres.)
-Daños:
al principio produce manchas amarillentas en las hojas y después grisáceas,
hasta producir la necrosis foliar. Suele atacar al apio en los meses de verano.
Septoriosis (Septoria apii (Briosi et Car.) Chest., Septoria
apii graveolentis (Dorg))
Los dos
hongos se manifiestan por la presencia en las hojas de manchas de color marrón
claro, en las que se observan unos puntos negros que son los picnidios del
hongo.
Generalmente
al poco tiempo, las hojas se abarquillan y desecan. En ataques severos la
infección puede llegar hasta las pencas del apio. Septoria
apii produce
manchas grandes y
Septoria appi graveolentis produce manchas de menor tamaño.
Esta enfermedad puede transmitirse por semilla.
FISIOPATIAS.
Ahuecado de las pencas.
Provocado por descensos de temperatura (ligeras heladas),
humedad excesiva, exceso de abono nitrogenado.
Posteriormente puede tener lugar el desprendimiento de la
epidermis. En el caso de que aparezca esta incidencia lo más recomendable es
retrasar la recolección del cultivo.
Corazón negro (black heart)
Se produce por déficit de abonado o contenidos cálcicos
insuficientes o condiciones ambientales que impiden su translocación.
Pardeamientos de las hojas o decoloraciones
Los pardeamientos pueden ir unidos a agrietamiento de
pecíolos. Están provocados por deficiencias en boro y magnesio.
Ruptura de nudos peciolares
Es frecuente que aparezcan como consecuencia de altos
niveles de potasio en el suelo, niveles de PH elevados, fuertes vientos, etc.
Subida a flor prematura.
Si la planta está en periodo de desarrollo y se produce
una disminución brusca de temperaturas durante algunos días, puede dar lugar a
que la planta florezca antes de tiempo.
La floración en el apio es inducida, principalmente, por
la acción de temperaturas vernalizantes durante un cierto tiempo (normalmente
temperaturas por debajo de 7ºC a 10ºC durante un período comprendido entre 14 y
28 días), cuando la planta alcanza un determinado tamaño, momento en que es
capaz de recibir el estímulo vernalizador.
Déficit de nitrógeno.
Los primeros síntomas son una reducción del crecimiento
vegetativo, amarilleo y decaimiento de hojas. Si la deficiencia es muy acusada
el crecimiento puede llegar a paralizarse, se amarillea toda la planta y
aparecen manchas cloróticas en los limbos que evolucionan a moteado necrótico.
Déficit de fosforo.
La deficiencia en fosforo provoca, en un principio, una
reducción del vigor de la planta, debilitamiento de las hojas jóvenes y
aparición de amarilleamiento en las hojas adultas, especialmente en la
periferia de los foliolos. También pueden aparecer en los foliolos puntos de
color marrón rojizo.
Déficit de potasio.
La deficiencia en potasio se manifiesta en una reducción
del crecimiento vegetativo y aparición de un amarilleamiento ocre en las hojas más
viejas, especialmente en la periferia de los foliolos. También pueden aparecer
en los foliolos unos puntos de color marrón rojizo.
Déficit de Calcio.
Los síntomas iniciales son: reducción del crecimiento,
clorosis en la periferia de los foliolos y nervios, color marrón en las hojas
del centro de la planta y aparición de manchas necróticas en el peciolo. Cuando
la carencia es severa, las hojas centrales evolucionan a necrosis “corazón
negro” o black heart.
Déficit de Magnesio.
El déficit de este microelemento se manifiesta en sus
inicios con la aparición de una clorosis internervial que va desde el centro
del foliolo hacia los bordes. Si la deficiencia es acusada, la mayoría de los
foliolos se vuelven amarillos con el nervio central de color verde claro y desecación
de los bordes del foliolo.
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