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Estudian la viabilidad del cultivo de dos vegetales con propiedades óptimas para fabricar papel

 Un equipo de investigación de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba analiza las especies Kenaf y Protalaria

Un equipo de investigación de la Facultad de Ciencias Agropecuarias estudia en Villa del Totoral, al norte de la provincia de Córdoba (Argentina), la viabilidad de cultivar en esta zona Kenaf y Protalaria, dos especies alternativas de vegetales que poseen propiedades óptimas para extraer de ellas fibras para la elaboración de pasta de celulosa. La Kenaf y Protalaria son utilizadas en muchas partes del mundo como materias primas alternativas a las especies vegetales convencionales, tales como el eucalipto y distintas variedades de pinos. Estas especies, del tipo “leñosas”, están en grave riesgo a causa del desmonte indiscriminado de bosques naturales.

 El trabajo de los científicos comenzó hace más de cinco años en Villa el Totoral, zona en donde predomina un clima semiárido. El primer paso fue evaluar cuál es la época del año óptima para el sembrado.

Después de una serie de análisis, que llevaron algunos años, determinaron que estas especies pueden crecer sin ningún problema en el norte de Córdoba, aunque se deban tener en cuenta algunos detalles, como que la época ideal para el sembrado debe ser entre el 15 de noviembre y el 15 de diciembre. Las plantas en cuestión tiene un buen “fotoperíodo” (es decir, crecen y florecen a mejor ritmo durante los días largos). A su vez, su crecimiento requiere de unos 600 mililitros anuales de agua de lluvia.

Las kenaf y la protalaria obtienen una altura que oscila en los 2, 70 y los 5 metros. Y lo hacen en nada más que seis meses. Ésta es una de las grandes ventajas para su producción. “Son un cultivo que tiene la ventaja de que no necesita la utilización de gran cantidad de agroquímicos, porque al ser plantas que crecen rápidamente, cuando llegan a la altura de 40 centímetros hacen sombra entre ellas lo que no permitiendo el crecimiento de maleza”, explica María del Carmen Baigorria, directora del equipo que está haciendo los análisis.

Este aspecto también fue registrado por los científicos: las plantas deben sembrarse a diez centímetros de distancia para asegurar un buen sombreado. Así también se aseguran que alcancen una altura óptima y que desarrolle bien el tallo. “Necesitamos plantas que sean altas y robustas, de manera que aumente el rendimiento por hectárea”, añade la científica.  De este modo, en seis meses se obtiene un rendimiento de 14, 5 toneladas por hectárea. Con el eucaliptus, se consigue el mismo volumen pero en diez años.

Sin grandes infraestructuras

La fabricación de pasta de celulosa con estos vegetales tampoco demanda grandes cambios a nivel de infraestructura. Se pueden utilizar las mismas pasteras que operan con las tipos leñosas, o inclusive más pequeñas. “Son especies chicas y al mismo tiempo su producción contamina menos el ambiente, ya que son plantas herbáceas y semiarbustivas. Por lo tanto se necesita menos cloro para blanquearlas”, resalta.

La producción de papel se inicia con la cosecha de los troncos de los árboles desde donde se extraen las fibras vegetales. A éstas se las muele, luego se las blanquea con productos químicos y después se las endurece. De allí sale la pasta de celulosa para la elaboración final del papel.

Las especies Kenaf y Protalarias son muy utilizadas en la industria papelera en los países de mayor producción, como China e India, en dónde constituyen el 60 por ciento de la materia prima. En Argentina y en América Latina en general no se utilizan, a pesar de que poseen otros usos además del papel, como la producción de miel (su floración abundante proporciona grandes cantidades polen), alimento para el ganado (forraje), abono para la tierra, o inclusive se pueden destinar a la elaboración de etanol.

El impacto ambiental que produce la industria papelera es cuantioso: va desde la tala indiscriminada de bosques naturales, pasando por la contaminación de agua dulce, la atmósfera y el suelo hasta la generación de basura. “Están dadas las condiciones para que la industria papelera deje de ser contaminante, para se convierta en un modelo ecológico a ser seguido por otros sectores”, expresan los científicos. Y rematan: “Esperamos que nuestro trabajo sirva como base para la propuesta de planificación de cultivos alternativos para los productores de la zona”.

Fuente: DiCyT

 

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